Yo no soy un experto en liderazgo, ni pretendo iluminar a nadie con este artículo porque no sabría. Seguramente harían falta muchos manuales para definir todo lo que necesita una persona para ser un buen líder, y yo me limitaré sólo a hacer algunas reflexiones sobre un aspecto concreto, su actitud; y no son consideraciones fruto de mi experiencia personal, solo faltaría!, sino de lo que he aprendido trabajando con muchos líderes de diferentes organizaciones. He tenido la suerte de conocer a todo tipo de fauna: merluzos, melones, ciruelos pero también he conocido a personas a las que he admirado muchísimo por su capacidad de liderazgo. Últimamente he tenido la suerte de compartir mucho tiempo con Mikel, uno de ellos. Observándolo y reflexionando he podido identificar 7 aspectos que diferencian a los líderes absolutamente espectaculares de los champiñones que pretenden dirigir personas.

 

1a. Diferencia: tienen el chip de estar al servicio de los demás. Hay personas que sirven para liderar y hay otras que nunca servirán por mucho que se lo propongan. Hay jefes chusqueros que piensan que liderar es decirle a los demás lo que tienen que hacer y verificar que está hecho en tiempo y forma adecuados, como si fuera el ejercito, pero los líderes saben que su trabajo consiste en ayudar a los demás para que sean mejores personas y mejores profesionales. Tener ésta mentalidad, esta obsesión para ayudar a los demás, es un requisito imprescindible. ¿Cuántas personas con equipos a su cargo lo tienen? Por desgracia son minoría, porque casi todos piensan en sus objetivos y ven a los demás como un recurso que les ayuda a conseguirlos. El liderazgo basado en esta premisa se caracteriza por el control y la supervisión, el egoísmo, la rigidez, la falta de confianza y la mediocridad, sintiendo como una amenaza a todo aquel que pueda ser mejor que uno mismo. Cuando uno se centra en ayudar y servir a los demás para que crezcan y se desarrollen como personas, entonces es un trabajo brutal y muy gratificante, porque logra sacar lo mejor de cada persona para que además de “saber” hacer las cosas, “quieran” hacerlas poniendo sus mejores esfuerzos en ello. La Responsabilidad Social Corporativa esta de moda, pero muchas empresas la han entendido como hacer una donación o publicitarla; la verdadera responsabilidad social empieza por cuidar, tratar bien y preocuparse por las personas que trabajan en una empresa. Aquello de que el accionista es lo más importante, muy predicado en las mejores escuelas de negocio, a mi me parece un cuento chino, una irresponsabilidad catastrófica. Primero las personas, luego los clientes y por último el accionista.

 

2a. Diferencia: Influyen por su manera de ser. La diferencia entre una persona grande y una persona mediocre no está en sus conocimientos ni en su experiencia, está en su manera de ser. Los cracks saben que para poder ayudar a otros a ser mejores, primero tienen que hacer un trabajo interior enorme para mejorar ellos. Su papel es el de influir, inspirar, transmitir, motivar y por eso tienen una manera de ser marcada por unos valores y unas virtudes humanas que admiramos. No conozco ni un líder espectacular del que no me haya asombrado su manera de ser. No se trata de estudiar un master o tener un cargo en la tarjeta, se trata de actitud y manera de ser; sin valores humanos, el líder es un déspota, un tirano, un dictador. Mark Zuckerberg tiene una frase genial que dice: “sólo contrato a alguien para trabajar directamente conmigo si pienso que yo trabajaría para él”.

 

3a. Diferencia: saben lo que es más importante en la vida. Hay una fase del Dr. Stephen Covey que me encanta: “lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante”. No es sólo un juego de palabras, que evidentemente lo es; es también una frase que si uno piensa durante unos minutos, tiene mucho fondo. El requisito básico para que las personas trabajen bien es que sean felices. Puede parecer una afirmación superficial o poco sofisticada, pero es una verdad como un piano. Vivimos en la sociedad de las prisas, del ya, del consumo, de lo artificial, del envoltorio, en el que el parecer es más importante que el ser y es una carrera que nos acaba atrapando a todos y desquiciando a muchos porque olvidamos muchas veces lo que es importante y acabamos corriendo a toda pastilla hacia ninguna parte. Para que las personas sean felices tienen que poner en el centro de su vida lo que es más importante para ellos. Personalmente pienso que nuestro Proyecto con mayúsculas en esta vida es nuestra familia y, en una época de máxima exigencia laboral, necesitamos tiempo para equilibrar nuestra vida profesional con la personal. Los líderes fantásticos lo saben porque ellos son los primeros en hacerlo y, entendiendo que el trabajo es importante pero nunca lo más importante, generan y promueven entornos laborales que ayudan a sus equipos a equilibrar su vida personal y profesional.

 

4a. Diferencia: trabajan con las personas sabiendo que son voluntarias. Muchos trabajos se han convertido en una forma de esclavitud moderna en el que las personas ven sus actividades como una penosa obligación en la que no se divierten ni disfrutan, en la que se sienten tristes, quemadas, estresadas y tienen una taza con la frase “por fin es viernes”. Muchos líderes no han entendido que trabajan con personas que son voluntarias, como si fuera una ONG, al menos en parte. Todos tenemos un comportamiento “normativo” por el que hacemos todo lo que tenemos que hacer para que no nos llamen la atención: una forma de ir vestido, un horario de entrada y salida, unas metodologías y procesos de trabajo, etc. Es un comportamiento “obligatorio”. Pero las personas también tenemos un comportamiento “espontáneo”, que es el cariño que le ponemos a lo que hacemos, las ganas, la pasión, la alegría, el esfuerzo para querer hacer las cosas lo mejor que podemos. Y este comportamiento es 100% voluntario, no se puede exigir, el líder se lo tiene que ganar, se lo tiene que merecer, porque los demás se lo dan sólo si les da la gana. Nadie puede exigir a una persona de su equipo que ponga el 100% de sus ganas y alegría en el trabajo, que se deje la piel o que le pregunte al jefe si necesita ayuda cuando le vea apurado; eso te sale o no te sale, y si el jefe es un mamón, es normal que no salga.

 

5a. Diferencia: son personas amables, agradables, que practican la regla de oro. En todas las religiones, desde el cristianismo al budismo, pasando por el hinduismo, el judaísmo o el islam, absolutamente todas, se predica el siguiente corolario: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”. Puede parecer simple e incluso demagógico, pero es una verdad descomunal. La vida es simple, no fácil, pero simple; lo que ocurre es que muchas veces nos encanta complicárnosla o que nos la compliquen. Seguro que hay sofisticadísimos modelos de liderazgo muy útiles, pero también lo es esta frase tan simple que casi nunca aplicamos. Hay quien piensa que es muy genérica, poco concreta. Pues te doy otra, de la Madre Teresa de Calcuta: “que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz”; aplicarla en cada instante es algo muy práctico que a veces requiere cuidar las formas al hablar, o tener paciencia para escuchar, o ser justo con alguien cuando no hay afinidad. Si esta frase se te pudiera aplicar a ti serías una persona absolutamente apoteósica, pero lo mejor de todo es que para que esta frase se te pueda aplicar a ti no dependes de nadie, sólo de tu decisión y compromiso personal. Seríamos mejores personas, mejores padres, mejores parejas, mejores amigos y mejores líderes. Las personas que admiramos y que nos ayudan a ser mejores tienen un trato cercano, agradable y alegre, son educadas y cuidan siempre las formas. Son cosas básicas, lo sé, pero es que las estamos perdiendo. Por suerte, quedan algunas personas maravillosas, de esas que conoces y por dentro piensas, “ole, ole y ole!, yo quiero ser como ella”. Cuando lo piensas, estas delante de un líder.

 

6a. Diferencia: hacen sentir importantes a los demás. Confían en las personas, por eso delegan en ellas, las involucran, les preguntan, les hacen participar y logran su compromiso. Les hacen sentir importantes también porque consiguen que hagan un trabajo estratosférico. Nadie es bueno para todo, pero tampoco nadie es inútil para todo. Ayudar a las personas y hacerlas sentir importantes requiere primero conocerlas para saber cuales son sus dones y en qué actividad puede desarrollarse mejor. Y paciencia, mucha paciencia! Hay personas que entienden que los bebés tardan 9 meses en nacer por mucho que te esfuerces y otros son como el chiste que decía, “Señor dame paciencia, dame paciencia, pero dámela ya!”” Los líderes tiene paciencia y forman, los jefes chusqueros van con prisas y deforman. Los cracks tienen una obsesión por buscar lo bueno que tienen los demás, porque saben que lo tienen, y cuando lo encuentran, les ayudan, les motivan y les exigen, confían y ponen todos los medios para lograr que tengan un desempeño brutal. Y cuando lo logran, se lo reconocen y les elogian, porque saben que en el fondo de todas las personas existe el anhelo de hacer cosas importantes, de aportar algo, de sentir que contribuyen y que se les aprecia. Reconocer el trabajo bien hecho de manera sincera es el mayor chute de motivación que alguien puede recibir. Entonces, esa persona se siente valorada, comprometida, agradecida, y su rendimiento mejora, es un círculo virtuoso. Hay jefes que creen que hay personas a las que es imposible motivar; lo que deberían pensar es que hay personas que estaban muy motivadas hasta que les conocieron a ellos.

 

7a. Diferencia: sonríen. Su trato agradable empieza por su cara. Sonreír es una virtud enorme que no valoramos suficiente, como el sentido del humor y la alegría. Las personas que sonríen y son alegres son mucho más productivas y generan entornos mucho más eficientes. Hay un proverbio chino que dice, “el hombre cuya cara no sonríe, no debería abrir una tienda”. Es de cajón! ¿Cuántas tiendas cerrarían en este país?, empezando por las de los chinos, que no lo han entendido tampoco! Deberíamos fichar a las personas por su alegría y despedirlas por su mal carácter, empezando por los líderes. Hemos perdido el sentido común, ¿cómo se puede pretender ser un buen líder con cara de sepia?

 

 

Artículo escrito por Victor Küppers. Leer original aquí